al desfiladero y sin frenos... al desfiladero y sin frenos... al desfiladero y sin frenos...
Asi me siento, me sentia, me senti. Y no me gusta. No me gusta. No me gusta.
No me gusta la inseguridad, la turbulencia, la sensación de derrumbe, mucho menos cuando es innecesaria. No me gusta el dolor, la ansiedad, la frustración, el rencor, el resentimiento, el coraje, la falta de ritmo, las tormentas en vasos de agua...
Me gusta el cariño, las sonrisas, las tardes de domingo y nachos frente a la tele. Me gustan las pelis, las caricias, el aliento cálido, el olor de un labio, un hogar hermoso, la música y los besos en las noches de you tube.
No creo en lo intempestivo, en el cólera, en el odio, en la verguenza. Mucho menos en el vacío, en la nada, en lo negado, en lo dejado.
Creo en la sintonía perfecta, en el duo dinámico, en el acoplamiento perfecto a la hora de trabajar, de platicar, de sentir, de dormir, de amar...
Una chamarra vieja de cuero. Tintineo de vasos. La Del Valle. Canciones de los Yeah yeah yeah's y cuerpos rayados con marcador negro. Todo eso me recuerda un inicio.
Un inicio que necesita, anhela, desea, implora y ruega un lejano, muy lejano final.
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