the xx. infinity
Un domingo extraño. Jamás imagine comenzar un día en un dispensario de republica de Ecuador esperando mientras a alguien le cosen la cabeza. Risa y más risa. Miedo. Tranquilidad. Confusión. Me di cuenta cuánto me gusta ver a mi madre y lo mucho que me gusta abrazar a la gente que quiero. El olor del viento de la Ciudad de México es una mezcla de sal, pasto y hiel.
La arrachera más deliciosa que he comido en años. Mi hermano sincerándose conmigo como nunca antes lo habia hecho. Cariño al por mayor, y una sensación de que la vida es mucho mejor y más compleja y más grande de lo que nunca vamos a poder asimilar jamás. Aunque lo intentáramos todos juntos al mismo tiempo, no podríamos.
Lo cierto es que también te extrañé. Mucho. Extrañé salir contigo por una chamoyada y comprar jabones de menta y coco. Extrañé salir al mercadito de la San Rafael y comer Carnitas y Barbacoa y luego ir al Sanborns a ver revistas. Extrañé estar tirados viendo la tv y yo acariciando tu pierna o tu brazo o tu cabeza...
extrañé ver películas y darle de comer a los perros. A nuestros perros.
Extrañé olerte, y escucharte y deleitarme con tus chistes y tus ocurrencias, tan únicas, tan divertidas.
Extrañé besarte...
y darte las buenas noches y despertar un lunes listo para enfrentar una nueva semana.
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