Luego de un exhaustivo día de trabajo, y a falta de un reproductor de DVD decente, fui a la vinateria de la esquina, hice fila 10 minutos detrás de un monton de borrachos suburbanos con las caras abotagadas pero sonrientes, compre dos latas de arizona, muchos cacahuates enchilados y al regresar a casa me tire en el sofá para ver lo que el Dish me podía ofrecer un viernes social por la noche.
Zapping, zapping, zapping...
La verdad es que o yo no estaba en el mood de ver programas de las maravillas de la naturaleza y cómo le fue de la chingada a Lois Lane luego de terminar de rodar el exitazo de su vida, o en realidad la programación de la TV por cable deja mucho que desear, aun para los 200 pesos que cuesta mensualmente. Luego de unos 5 minutos de ver videos que ni siquiera recuerdo, di otro click al control y me tope con Boogie Nights en VH1. He visto esa película de Paul Thomas Anderson aproximadamente unas 10 u 11 veces (12 con esta creo), pero deje el control a un lado y la volvi a ver por el simple hecho de que es una de mis películas favoritas, y además es de esas películas que jamás me voy a cansar de ver.
El ascenso y descenso de un chico - y una industria - guapo y un poco tonto cuya única (apreciable y envidiable) virtud es tener una vergota de 13 pulgadas, que vendrían siendo 33 cm... su relación con sus compañeros pornstars, la felicidad, la despreocupación de los 70's, la buena vida... y la trágica e inevitable caida de todos ellos del pequeño pedestal en donde estaban, y su confrontamiento con la cruda realidad.
En realidad lo que me interesa no es tanto la historia: la mayoria ya se la sabe perfectamente, yo por lo menos si, casi de memoria. Lo que me interesa es ese retrato de gente que parece tenerlo todo: amigos, dinero suficiente para divertirse, un poco de fama, diversión... y de pronto no logran lidiar con el hecho de que todo eso fue una bonita pero pasajera fantasía. Ese choque con la realidad es siempre tan cruento como la golpiza que le ponen a dirk diggler en el estacionamiento luego de la humillación de no lograr una erección por 10 dólares, o el coraje y la frustración que empujan a rollergirl a destrozarle la cabeza a un tipo que la humilló y le hizo ver su molesta realidad. Todo esto pasa por supuesto en una tensa secuencia de unos 10 minutos en los que dos palizas tienen lugar en diferentes puntos de la misma ciudad protagonizadas por antiguos compañeros de trabajo en la productora porno de Jack Horner. La música, las tomas, la fotografía, las escenas que poco a poco van tensando más y más la cuerda son típicas de PT Anderson. Pero detrás de todo siempre parece haber algo de esperanza en sus películas por más cursi que pueda sonar: Buck, el negro que no parece ver la solución a sus problemas financieros por el hijo que próximamente va a tener y la discriminación que sufre a la hora de pedir un préstamo al banco, de pronto ve su camino despejado gracias a un golpe de suerte: un asalto frustrado en el que es el único sobreviviente y, como todos lo hubiéramos hecho, escapa con el dinero del botin y pone la tienda de estéreos que siempre quiso tener.
Lo siguiente es una especie de redención para todos los personajes: Buck con su tienda, su esposa y su hijo parece ser el más afortunado. Jack de alguna manera sigue siendo el patriarca de todos y parece vivir bien y sin preocupaciones. Reed se vuelve mago para adultos como siempre soñó. Scotty continúa siguiendo los pasos de Dirk, sin que aparentemente le importe mucho seguir siendo su sombra, parece ser feliz. Los únicos que de alguna manera parecen nunca poder encontrar esa segunda oportunidad y tranquilidad que han encontrado los otros, son mis dos personajes favoritos: Amber, quien sigue atada a la industria porno y no parece que nunca vaya a salir ni a mejorar: sin su hijo, sin un empleo honorable, adicta a la cocaina, sin pareja, sin estabilidad financiera, aparentemente emparejada con Jack... y Dirk Diggler, el tipo que le apostó todo a su vergota y que ni siquiera se ocupó de cuidarla como se debía, casi impotente, sin dinero, sin preparación, sin saber hacer nada más que mostrar una cada día más vieja e inservible parte de su cuerpo, atrapado al parecer por siempre, o mientras le dure su atractivo físico a la industria porno cada día menos glamourosa y redituable.
Creo que suena y es tonto, ya se, pero cada vez que la veo siento tristeza y lástima por ellos dos, quisiera ver a Amber con su hijo, dejando las drogas, feliz, estable... y a Dirk con una verga quizas menos grande pero con un futuro mejor, dejando de ser la atracción de un cada día mas escueto circo para adultos.
Carajo, soy cursi pero... asi es.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment