Me gusta quedarme acostado mucho después de haberme despertado los domingos. a veces puedo quedarme dormido de nuevo, solo por unos instantes, los suficientes para volver a soñar. Estoy convencido de que alguien quiere decirme algo a través de mis sueños... son demasiado raros, cortos pero treméndamente elaborados, llenos de notas al pie de página, llenos de significados ocultos, de personajes con vida propia, de misterio. Debo confesar que también es cierto que muchas veces me da miedo quedarme atrapado en alguno de ellos, de esos sueños raros y cortos; no se porqué, pero a veces siento que me despierto en uno de ellos y vivo un rato en medio de extraños que llevan toda una vida a lado mio y hago cosas que nunca haría en la que yo considero mi vida, y platico de cosas que nunca hubiera imaginado platicar en la que, de nuevo, yo considero mi vida.
En esta casa no se descansa nunca, o eso parece. Luego de despertarme, desayunar y salir a ejercitarme un poco, regresé y ya estaba la tienda abierta y habia gente extraña dentro de lo que yo considero mi casa, mi espacio privado. No me convence mucho eso de vivir y trabajar en el mismo sitio, sobre todo si eso implica dejar entrar a extraños a contaminar todo con su presencia, pero mientras esos extraños sigan alimentando nuestras arcas... parece que tendré que adaptarme a ese pequeño problema.
Amelia se comió toda la barbacoa que había comprado mi madre. Yo les digo que todos los perros hacen lo mismo, que nunca van a poder dejar de nuevo las puertas abiertas y la comida en la mesa mientras este ella presente, y al parecer poco a poco los voy convenciendo. Luego de eso, tuvimos que ir a comprar más barbacoa. La mujer que la despacha siempre me ha puesto los nervios de punta: es amargada, anciana y fea, y respira con un silbido que no se le ha quitado nunca desde la priemra vez que la vi hace unos 16 años. Siempre esta echando maldiciones contra sus hijos y contra gente que parece odiar mucho y trata de mal modo a los clientes y aparenta un poco de amabilidad en cuanto uno le da el dinero y recoge su paquete de carne, pero luego regresa a a la misma rutina de odio y mentadas de madre que lleva realizando desde no-se-cuantos-años-atras.
Caro y su bebé son de las personas que más me gusta ver en el mundo. Me da gusto que ella lo tenga por fin en su casa y que este enterito y creciendo. Siempre que lo veo (lo he visto en realidad unas 3 veces) esta dormido, apacible en su cuna que no deja de vibrar. Cunas con masaje... nunca lo hubiera imaginado. Ah y mi prima de 3 meses usa baños con aromaterapia...
Sushi de salmón y yakimeshi de verduras. 75 pesos, pero de alguna forma creo que me lo merecía. El atardecer en el centro histórico es de las cosas que más me gusta experimentar. Caminar y caminar por sus calles y entre toda esa gente, entre olores rancios y feos, entre edificios coloniales desgastados... no se porqué pero me gusta. Aunque sea cargando una bolsa enorme y pesada con todas las cosas que pude tomar de casa de Caro. Me merecía ese sushi y ese espacio de melancolía y tranquilidad.
Por eso me gustaba vivir en el centro histórico
por eso algun día volveré a vivir ahi
El regreso y la noche y los programas dominicales de la TV abierta y el transporte público vacío y las caras largas y las bolsas llenas de cosas son las cosas que me hacían odiar los domingos, ahora lo recuerdo. Pero esta vez creo que no lo odio. Ni lo amo, simplemente lo vivo y espero tranquilamente que llegue el lunes
y el martes
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