2.24.2010

gardel

a veces extraño mucho a mi abuela.

la verdad es que siempre la extraño. a diario recuerdo su risa, sus visitas, sus chistes y sus palabras melosas. recuerdo cuando me hablaba por teléfono y me preguntaba qué se me antojaba más, si capirotada o arroz con leche, si migas o pambazos, si flan o buñuelos... y unas horas más tarde, cuando yo ya habia olvidado la llamada, la veía entrar a nuestra tienda con un grasoso paquete bajo el brazo ¡los buñuelos! ¡el arroz con leche! ¡la capirotada!

siempre con obsequios y detalles. siempre.

recuerdo que a veces era yo el que la iba a visitar y muchas veces yo no llevaba nada bajo el brazo, pero ella me recibía con los brazos abiertos, y cuando llegaba, ya estaba mi cama preparada y mi cena (nuestra cena si iba acompañado de mis hermanos) y a veces tenía películas o nos encendía la tele. "yo nunca veo tele, más que el once" se ufanaba con un orgullo casi infantil. nosotros le creiamos. lo que si era que siempre escuchaba la radio, a todas horas. programas con comentariastas de voces atrapadas en décadas lejanas. y los tangos de gardel. siempre gardel.

recuerdo la época en la que tuve una cafeteria y tenía que administrarla y atenderla yo solo. fue difícil y terminó por hartarme. la traspasamos. hasta mucho después fue que aprecié el hecho de que desde el primer día que abrió "caffina" hasta el día que pasó a otras manos, diario - solamente interrumpida por unos 4 días de enfermedad - mi abuela viajó diariamente mas de media ciudad para acompañarme, y se sentaba en la barra conmigo, y me hacia bromas para disipar el mal humor que a veces me lapidaba por las malas ventas o por el engorroso casero. siempre optimista, siempre agradable, siempre con una sonrisa en la boca y palabras bonitas. siempre. las mismas palabras melosas que mencionaba al principio y que fueron las únicas que salieron de su boca para mi y para todos.

el día que sufrió un infarto fue uno de los más terribles de mi vida. a partir de ahi ya nunca volvió a ser la misma, se deprimía, aunque siempre trató de ocultarlo. no podía caminar, ni comer bien, se sofocaba... ya no era aquella enérgica mujer de 74 años que viajaba por media ciudad en metro diariamente y a la que llegaron a caerle 5 televisiones encima sin causarle más que 2 días de inactividad. a partir de ahi, y durante los 6 meses que siguieron, día a día fue haciendose más frágil, más trémula, pero no por ello menos entera y menos fuerte y mucho menos perdió esa alegría de vivir que la caracterizó hasta el final.

las útlimas palabras que recuerdo que me dijo fue: "ahora que me recupere, nos hacemos una fiesta en mi casa, la fiesta que no te pude hacer y la mia hijo" y yo le dije que iría a verla la siguiente semana, que se cuidara.

nunca la volvi a ver

han pasado casi 4 años desde que se fue y aun asi, no hay día que no me acuerde de ella y que extrañe oir su voz, sus palabras bonitas, sus ánimos. me hubiera gustado mucho hacerla sentir orgullosa, más de lo que ya estaba y nunca se cansó de decirmelo. hubiera deseado que viera mis primeras publicaciones y mi portada. no se pudo. pero la mejor forma de hacerla sentir orgullosa creo que es siendo alguien positivo, alguien que diga palabras bonitas en lugar de maldiciones, alguien que siempre de buena cara a lo que se presente y afronte con coraje los momentos más difíciles, esos en los que sentimos que no podemos más y nos quebramos.

alguien que por amor sea capaz de recorrer 25 milómetros diariamente y acompañar a alguien, tranquilamente, haciendole la vida más feliz.

alguien a quien tanta gente recuerde con afecto y a quien extrañen tanto que no pase un día sin que se vuelva a mencionar su nombre

alguien como maría de los ángeles márquez ávila.

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